La estética y la actividad física.
Una de las cuestiones que más importancia ha ganado en nuestra sociedad es la estética, tanto es así que la gente acude a cualquier tipo de aparatos, infusiones, cremas, dietas, polvos mágicos y/o gurú milagroso para que queme grasa, levante cola, marque abdominales, saque granitos, etc; y todo, si es posible, con el más mínimo esfuerzo; o peor aún, sin el más mínimo esfuerzo.
Esta presión ejercida, prácticamente, por los medios de comunicación genera en la sociedad estándares de belleza que determinan qué es lindo y qué es feo, y somete a sus integrantes a la búsqueda frenética de soluciones rápidas que los hagan estar dentro de esos parámetros.
Tan grande y exigente es esa presión que convence casi a la totalidad de las personas y se crea un círculo vicioso que intenta que todos se vean iguales, hablen de la misma forma y hasta consuman los mismos productos. Esto sumado a la crisis educacional y de valores actual acentúa aún más estas tendencias.
Desde el ámbito de la actividad física, la estética es un tema crucial, ya que a todos, sin importar lo que digan, les importa cómo se ven o cómo les gustaría verse. Y es aquí donde debe comprenderse que las soluciones mágicas no existen, que para obtener resultados que realmente sean saludables, duraderos y sobre todo reales hay que tener paciencia y predisposición; no puede pretenderse que un organismo que tardó años en funcionar de determinada manera (para bien o para mal), cambie rotundamente en 3 semanas y encima se mantenga sin problemas.
El entrenamiento bien planificado es uno de los mejores medios para lograr que esos cambios que buscamos se logren armoniosamente y se queden. La estética, junto con la salud y el rendimiento van de la mano a esta ciencia que sólo nos da resultados positivos.
Franco Cavalier
Profesor en Ed. Física.
Entrenador.